Limona Manzana: El Brandy de Manzana que Nace a los Pies del Volcán Villarrica

Limona Manzana: El Brandy de Manzana que Nace a los Pies del Volcán Villarrica

En el mundo de los grandes destilados, hay historias que se cuentan… y otras que se beben.

Limona Manzana no es solo un brandy de manzana; es una edición limitada que encierra en cada gota la paciencia de los artesanos y la fuerza de un paisaje único. En Destilería Zunda, hemos convertido un ritual ancestral en una obra de arte líquida, forjada a los pies del volcán Villarrica y guiada por la herencia de nuestras manzanas patrimoniales.

Todo comenzó en diciembre de 2024, cuando junto a nuestros amigos de Magritte Cider nos internamos en los huertos de Villarrica. Allí, bajo el cielo despejado y la mirada atenta del volcán, seleccionamos una a una las manzanas Limona más perfectas. Como todo buen maestro sabe, el secreto está en la selección: solo las frutas más íntegras, nacidas en racimos llenos de vida, merecen este destino.

El proceso es una danza entre hombre y naturaleza. Cada manzana es cuidadosamente introducida por la boca de una botella, sin deformarla, protegida con una malla fina que la resguarda de insectos y de la lluvia. Luego, colgamos cada botella boca abajo, como si el tiempo mismo la estuviera meciendo. Entre paseos a caballo y fogatas al atardecer, acompañamos el crecimiento de estas joyas, sabiendo que la paciencia es la única moneda que paga este lujo.

Cuatro meses después, llega el momento de la cosecha. No todas llegan: solo un 40% sobrevive intacto a este viaje, recordándonos que la naturaleza es quien dicta las reglas. En la bodega, limpiamos con devoción el interior, dejamos la manzana perfecta y enjuagamos con alcohol potable para preparar el gran momento: llenar cada botella con nuestro brandy de manzana Limona, madurado durante dos años en barricas de roble francés.

El resto es un susurro del tiempo. Durante cinco meses, la manzana flota y conversa con el brandy, cediendo sus aromas y absorbiendo su espíritu, hasta reposar finalmente en el fondo. El resultado: un destilado de carácter frutal y elegante, que captura el alma de Villarrica y el saber hacer de Destilería Zunda.

Cada botella es una historia. Una edición limitada que no solo se bebe: se vive.

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